Todos necesitamos ser tocados

 

A través del tacto me sumerjo en la vida, que es tu vida y me voy dejando sentir lo que tu alma necesita, en ese mismo instante, en ese momento presente.

No veo, solo siento.
No miro, solo intuyo el camino que recorren mis manos, sin mas guía que mi propio corazón.
Y las puertas de la memoria se abren cuando sienten el AMOR presente, porque con tanto amor se vuelven confiadas.

Nada que temer.

Muchas personas solo esperan el momento de abrirse a la existencia, en presencia de aquellos que hacen su trabajo, sin juicio ni expectativas.

AMAR SIN CONDICIONES a la persona que tienes entre tus manos, es la mejor terapia que conozco. Porque solo necesitamos que alguien nos sostenga y pueda ver nuestra belleza infinita, nuestra perfección divina.

Que nos reciban con las manos abiertas y sin miedo a la intimidad o al contacto. Que nos amen tal y como somos en este mundo dual. Y sobre todo que no se espere nada de nosotros.

Y en el acto de entregarme sin condiciones a través de mis manos, recibo mas de lo que doy…recibo AMOR como respuesta, y un profundo agradecimiento por permitirme ser YO, en mi máxima expresión.

A partir de ese instante en que nos entregamos por completo, es la conciencia infinita quien guía mi intuición, mis sentidos y el ritmo del masaje.

Es entonces cuando dejamos de ser Tu y Yo y nos convertimos en UNIDAD.

Y solo entonces adivinamos que ya somos perfectos, que ya estamos completos, que somos aquello que estamos buscando. Que por más que nos empeñemos en alejarnos una y otra vez de nosotros mismos, la vida nos traerá de vuelta una y otra vez al lugar del que nunca nos fuimos.

                                                                                                                                                                        Elena Marín

                                                                                                                                                    Sobre el Masaje Re-Nacer

Hoy cierro otro ciclo de mi vida

 

Hoy, a medio día, he cerrado un ciclo más de la rueda de mi vida. Después de toda esta situación, Naturcoach el centro donde imparto mis cursos desde hace seis años, ha cerrado y he ido a recoger todas mis cosas.

La historia de mi vida es cerrar ciclos, bueno todos lo hacemos, pero en mi caso esto se hace en periodos muy cortos de tiempo y por lo general muy intensos. Hace años una chica que conocía y con la que estudié mas tarde el calendario maya, me hizo mi propia carta natal maya, donde describía perfectamente esto que os estoy compartiendo.  Cada cuatro años entro en el Enlazador de Mundos, que simboliza la muerte, y al año siguiente entro en el Dragón, que simboliza los comienzos. Aprendimos en ese curso a hacer también el Castillo de la Vida, y efectivamente pude comprobar que desde mi nacimiento, cada cuatro años sucedían situaciones de desapego ligadas a profundas revelaciones, que me empujaban a inevitables inicios, a crear y a construir una vida nueva cual ave fénix, que se eleva volando de las viajas cenizas que componían su cuerpo.

Esta es la historia de mi vida, y me agrada ver como el aprendizaje ya se ha realizado, porque espero ilusionada ese nuevo comienzo, agradeciendo todo lo vivido, todo lo experimentado. No encuentro en mi ningún asomo de apego, tristeza o añoranza, solo una sutil sensación de gratitud.

Comencé mi andadura en Yoga lounge, una sala en Canillejas que pertenecía a Nadia Alkatabi, y que con los años hemos forjado una bonita amistad. Todos los centros en los que estuve, después han ido cerrando o cambiándose de zona una y otra vez. ¡Tuve hasta mi propio centro dos veces! Casi lo había olvidado. El primero cuando estudiaba reflexología podal en la Puerta de Toledo se llamaba Al-Kymia, el segundo El Arbol de la Vida… En todos ellos tuve aprendizajes duros, pero tremendamente transformadores. Conocí gente estupenda, pero también conocí personas que me mostraron mi lado más oscuro. Pero sobre todo crecí en madurez y sabidurí,a y todo ello me fue llevando casi sin apenas darme cuenta hacia el espacio sagrado de mi corazón.

No hay errores en la vida, ni uno solo. No hay nada que mirando hacia atrás hubiera cambiado, absolutamente nada. Todo ello me ha traído hasta este momento, hasta estar escribiendo estas palabras. Todo lo vivido me está dirigiendo al lugar donde siempre anhelé. “Un trocito de verde en Madrid” se ha convertido en un paraje natural de 28.000 metro cuadrados, en una sierra con bosque autóctono en pleno monte, donde la bóveda celeste por las noches es una de las cosas mas impresionantes que han visto mis ojos.

Por lo tanto comprenderéis que me desapegue una y otra vez, cuando todo lo que llega después, está mas y más en consonancia con mi Ser, con mi esencia y con mi corazón.

No busco ya nada más que dar mis cursos en la paz y el silencio que emanan de la naturaleza, unidos en el círculo de nuestra preciosa Yurta, tomando un té bajo una encina centenaria, cuidando, acogiendo, celebrando y compartiendo con todos aquellos buscadores de la verdad, desde la mas absoluta simplicidad y admiración por la vida.

Ya solo queda el fluir y el deleite de una vida realizada, sin lucha, sin búsqueda, sin objetivo…

Elena Marín